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Cuando los cielos se vuelven grises y las compuertas de las nubes, habren el paso a los torrentes de lluvia; parece que las laderas de los montes lloran de alegría por sus regatos escarpados.
Parecía un día propicio para dedicarse a la prosa, detrás de cualquier ventanal.... al lado de la chimenea y al calor de un buen tronco de roble, sintiendo gemir el viento y el golpear del agua, percibiendo el olor de un buen pote de navizas.
Pero como la locura es muy propia de todos aquellos que practicamos el deporte cinegético, nos dispusimos a adivinar donde se encontraría el jabalí; después de una noche diluviosa y con un amanecer ventoso y loco de agua, adivinar donde se encuentra el jabalí, con estas condiciones, es tan difícil, como que te toque la lotería.
Con la experiencia de los mayores y el sacrificio de los jóvenes, no hay nada imposible y comenzamos el día realizando una levanta, en los montes de la Casia; donde las virtudes de Cesar y Luis de Coaña, dieron como resultado, una buena pieza de jabalí, abatido por este último, donde solo al oscurecer parecía volver de nuevo la calma a estas montañas, para así dar de nuevo cobijo a nuestros jabalíes.
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